La angustia de perder a mi extraño amante oprime mi alma, angustia mi mente.
Corro cada día a cerciorarme de su presencia y si lo veo tumbado, el corazón vuelve al cuerpo.
Otros, él demora su aparición y yo desespero, halo mis cabellos, grito su nombre al viento,
clamo a Dios y llega por fin.
Cuando desaparece por largo tiempo, enloquezco de dolor, mi cuerpo sangra recordando sus caricias.
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