A veces, llego envuelta entre la niebla del alba a sorprender a mi extraño amante.
Lo encuentro panza arriba, añil a veces, otras verde, somnoliento.
Da vueltas sobre sí mismo y veo su sexo inmenso carmesí ,como el de las criaturas de la selva.
Me acerco de puntillas , beso el centro mismo de su placer, con los labios, lo mordisqueo suave.
Retumba el bosque, cuando tiembla de placer, tiembla mi cuerpo desnudo de puro deseo y con una garra me toma. Se inicia el ritual de la carne y la sangre, el infinito deleite que nunca es igual, que siempre sube de nivel , hasta que mi garganta enronquece , hasta que pierdo la voz.
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