María estaba espantada por la violencia.
En todos los barrios, sin distinción, habían robos y crímenes cruentos . Los delincuentes eran cada vez más jóvenes, casi niños.
La mayoría fumaba pasta o paco.
Apenas el domingo, hinchas de uno de los equipos más importantes se arranchaban las entradas y uno galifardo mató a un pobre muchacho, que estudiaba por las noches y trabajaba durante el día en una fábrica recibió un balazo de su propia gente. Por una entrada de cinco soles.
Me pregunto, que harán esas pobres madres que carecen de lo indispensable, que cuentan únicamente con el sueldo del hijo para mantener un hogar, una familia numerosa.
Y María sentada, añorando el mar en una posición cómoda.
En aquellos momentos, ella sentía verguenza y culpa.
La violencia era distrito por distrito.
Desde los más elegantes hasta los barrios miserables, la inseguridad era general y democrática.
No hay comentarios:
Publicar un comentario