Alicia se detenía en el umbral del edificio antes de emprender las 10 cuadras a su destino diario.
Era su saludo a la luna, y a una estrella brillante que alumbraban la aurora.
Ella sabía que en la luna , vivía Dios y la estrella, un lucero , la morada de su padre.
Desde el cielo cuidaban sus pasos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario