Como arroyos de agua sucia, nos bifurcamos.
Cada cual hacia su
casa, su origen.
Regresé pálida de
tanta noche a dormir un sueño entero.
La paz no duró.
Estaba ya engarzada en
una mirada cruel.
Y esa herida rasgó mi
piel.
Las púas de sus
caricias aún lagrimean sangre.
Recuperé la voz.
Aprendí las palabras
nuevas y la sonrisa.
Como una niña chica.
Hoy mis días descansan
serena.
Un sueño regalado para
no morir.
No dejarme matar por
sus manos.
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