Huí al desierto para no escuchar sus lamentos.
Hoy me atormentan los míos propios en el desierto,
en la ciudad, al alba, en la dulce noche.
Mis versos son palabras de arena.
Arena que el viento, la brisa mínima soplan y desparecen.
Que no valen, ni pesan, ni lloran, ni cantan como las aves.
Mis poemas son tristes simulacros de versos.
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