Entonces tomé mis pertenecías, el dinero y lo dejé.
Regalé mi ropa, mis zapatos,
Desnuda emprendí mi marcha por el desierto amado.
Aquél que me cobijó una vez como el paraíso perdido.
No sé si hallaré a aquellas mujeres tan dementes como yo,
cuyas risas curaron mi alma,
Las buscaré en las orillas de las playas del desierto.
Si las encuentro, permaneceré con ellas, como antes.
Si no es el caso, buscaré otra comunidad de gente libre y desnuda,
aquella sin hogar ni familia que extrañar,
Ese será mi lugar.
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