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miércoles, 13 de abril de 2016

El tatuaje en  mi piel
se convirtió en una maldición.
No me dejaba amar con la misma pasión.
Recién luego de 30 años, amo a un hombre noble.
Emprendí una ruta por el desierto en pos de paz,
Necesitaba sentir la arena para crear.
Y el nombre aquél aparece como una sombra.
Es una compañía pues detenemos el tiempo
volvemos a ser jóvenes e idealistas.
El es un fantasma, que siempre vuelve.
Contra él , nada puedo.
Su nombre es felicidad.

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