Yo nunca estuve loca ni demente ni enferma.
Sufrí un apetito voraz por devorar las horas, los minutos, las noches.
Era una ansiedad atroz por beberme la vida ,
sin saciarme nunca.
El ritmo incesante, trepidante de mis deseos por ser y hacer
me impedía dormir, descansar. comer.
Un día aciago me desplomé.
Yo nunca estuve loca ni demente ni enferma.
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