Aquella mujer desnuda, con los senos inhiestos, cubiertos de la luz del sol no tiene problemas en caminar como Dios la trajo al mundo. Cualquiera que quiera tocarla, quema sus manos antes de palparla, o quien la contemple con lascivia , queda ciego. Ella fue bendecida por el sol y el cielo y los morenos de la playa. Moja su desnudez magnífica en la mar y brilla ardiente sobre la arena.
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