En la arena blanquísima encuentro a Martha Coronada de Estrellas.
Hermosa risa de dientes que iluminan el día. Manos sabias para curar, sanar.
Conversamos y reímos como dos viejas amigas y es por ella que voy a Cali.
Salsa pura, chica, me dice, soltando esa carcajada potente a pesar de sus 12 hijos y los nietos en Barú.
Conozco Barú y es una isla turística y también un palenque de negros miserables.
Cómo quisiera ayudar, pero Martha es digna como una trabajadora y sabe que sus manos valen oro.
Voy a Cali, Martha, si no te vuelvo a ver, regresaré el año próximo a la playa a reír contigo, amiga querida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario