Son chiquitas, rojas, caminan rapidito,
rapidito recorren mi espalda,
mi cuerpo entero, picando,
enterrando su hocico enano en mi piel,
las malditas hormigas.
Nadie las ve, ni los doctores, ni las enfermeras.
Y yo me paso las noches en vela rascando sus ronchas.
No hay derecho.
Malditas hormigas
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