Llorando de rabia regresó trotando a la pensión.
Y mordió la noche entera su coraje,
la vergüenza de haber sido tratada como una niña
mimada .
Al día siguiente, rumiando su pena , y la ira que crecía en su alma ,
volvió a la casa de los mineros.
Le costó , pero afrontó mirar a la cara a quien ella consideraba su amante,
pero resultó ser un líder sindical que no mezclaba emociones , sentimientos.
Quizás ese había sido el error de Dámaso. Protegerla en exceso, mimarla, no exigir de ella casi nada en el aspecto militar , poco en lo táctico . . Ella debía aprender esta vez , pues el juego quemaba , y dos veces no se salva uno la vida, Debía proteger, además al proyecto. Y a las familias de los mineros.
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