Borrachas y felices, doña Petro y Nina decidieron quitarse el olor a miasma de la cárcel.
Era más de medianoche pero ellas estaban tan ebrias y tan felices que poco les importó .
Entraron al baño de la doña, lugar sacrosanto hasta entonces, y juntas se jabonaron en la tina con espojan y cepillo. Cómo se diviertieron , cuánta risa guardada, cuanto cariño entre ellas. Se habían convertido ambas en una suerte de madre e hija y pronto , sin saberlo, ellas , adoptarían a Rocío.
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