Ellas no imaginaron el poder de sus letanías semanales.
Pararon a un país. Detuvieron la marcha de la industria maldita de Tía Maldita, por primera vez en su historia, La gente caminaba con la mirada erguida desde entonces y para siempre.
Y ellas, reían divertidas, una vieja y dos chiquillas más un preso habían logrado mover tanques, hacer volar los aviones de guerra y los helicópteros,
Al día siguente, día de visita, cantaron sus letanías entre risas y el pecho bien hechido.
La doña se lo debía a aquella hija suya que desapareció. Nina, a sus camaradas asesinados , Rocío y Gregorio a sus respectivas razones. Todos estaban tan felices que tuvieron que tanta felicidad se les fuera de la mano.
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