Y de regreso de las comunidades altas , Nina tomaba el camino más largo.
Lo hacía trotando. Siempre por senderos distintos para evitar el cerco policial.
Todos ,los trechos perfumados al caer la tarde, a hierba, a pino , a aquella naturaleza , que Nina, criada en la ciudad había aprendido a amar apasionadamente.
Algunas tardes calurosas se tendía desnuda a contemplar desde un claro el cielo. El sol al morir estallando entre los cerros . Entonces ella, entraba al río a sentir la caricia de las aguas heladas en su cuerpo jóven, mientras el sol y la luna destellaban ya en el cielo alumbrando las aguas de unos colores mágicos, desconocidos .
Permanecía en trnce durante el tiempo de trnsición hasta que recordaba que debía volver-
Estaba aún claro. Ella aprovechaba esos momentos para salir y retomar el camino y llegar a casa sin novedad.
Doña Petronila , quien había contratado otra muchacha en su lugar, le tenía preparada una buena cena . El tiempo que quedó bajo su cuidado establecieron una relación especial , tácita, donde las palabras sobraban entre ambas, Y daba gusto ver el apetito de Nina luego de volver de sus jornadas en las comunidades.
Ella se había distanciado de los mineros aquellos pues consideró más prácticó ir tras la lideresa que por esos días visitaría la zona. Eso la tenía algo inquieta pero Doña Petronila conocía muy bien a quien la hospedaría y le tenía reservada una sorpresa . Había coordinado una reunión de mujeres de base, entre las que encontraba como integrante Nina.
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