Y aquellas letanías, aquellos rezos sordos les servían para distraera a la policía de las órdenes que ellas recibían del líder, entre murmullos.
La última vez, se dieron las directivas para el Paro General que en esa misma fecha había paralizado el departamento. Les llegaban noticias que además otros poblados habían parado sus acciones. No había colegios, ni fábricas, todos se habían plegaban a las órdenes impartidas por el líder y por sus mujeres.
Y Nina, empezó a sentir el poder de aquellas letanías carcelarías y supo que pronto tomarían más predios y terrenos, todo lugar donde existiera un minero explotado o un campesino doblado bajo el peso de un peso ajeno.
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