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lunes, 10 de noviembre de 2014

Amor mío, perdóname,
mi pena duele en los huesos,
horada mi dermis, mi epidermis,
la angustia de no ver el resplandor 
de la sonrisa de mi padre, sus ojos,
es un soplete de fuego en  mi estómago.
Si acaricias mi cabellera, 
torno en   la medusa venenosa de mil  lenguas ,
en erizo, en puerco espín.
E hinco duro.
Si me abrazas, rugiré como una leona furiosa,
crecerán mis garras ,
y no quiero hacerte daño.

Necesito hoy vagar por calles desiertas,
perderme entre los desconocidos,
ser un animal sin sexo, ni olor,
Una loba herida, que aúlla,
en pos de su par.
He vuelto a ser la mujer,
 que camina descalza por  caminos encendidos
oteando la yerba quemada,
merodeando el río, buscando a los orates,
como yo, gritando en grupo.

 Perdóname si me pierdo en alguna calleja ,
vuelvo mañana con la cabellera revuelta , la ropa sucia y rota.
Es que encontré  otro lobo triste como yo,
nos amamos con furor ,
 juntos aullamos a la luna.

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