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jueves, 13 de noviembre de 2014

 Después, de mi padre no supe amar a nadie más.
 Mis niños, lejanos , como en sueños.
 Quedé anestesiada, las emociones enredadas
mis sentimientos, sin colores.
Nosotros creábamos un mundo propio de risas.   
Nadie sabía nuestros secretos.
¡Cómo reíamos, como soñábamos los mismos sueños!!.

Nadie conoce mi gran dolor, mi pena diaria.
Al morir, yo,  morí con él, 
mis sentimientos se enredaron en un nudo incompresible.
y al no soportar su pérdida,
 busqué perderme
en paraísos artificiales,
destruirme de a pocos,
 arañé las orillas de la locura ,
mil veces,
solo por irme tras él.

Te añoro con mi sangre, papi, eres mi aullido de dolor .
y cuando apareces luminoso en mi pared
 volvemos a reír , 
los doctores  recetan  medicamentos.

¿ Acaso no se dan cuenta ,
que mis días se apagaron
sin él ?
El era mi sol, mi cielo, el sueño de cada noche.
Despierto  en  su cama por las madrugadas,
nadie lo sabe.y siento su olor, escucho su voz en la nebulosa.
Es su imagen constante, clavada en mi cerebro, 
en cada trozo de mi piel.

¿ De qué me sirven los libros, los aplausos
si él no los ve.?
Dejen , que me sumerja tranquilamente en mi locura,
si eso,  me permite ver su sonrisa dulce, la luz de su mirada.
El sabe que muy pronto volaré dichosa a sus brazos
Volveremos a ser uno, en el cielo, 
donde él este.

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