Lavo mi rostro de noches trasnochadas y
mana sangre ,
Es la hiel de tu dolor, amor.
Maquillo mi cara con colores alegres,
oculto la tristeza , y río,
con una risa hueca,
Nadie cree que es la explosión de felicidad
que pretendo,
es más, un lamento profundo.
Tiendo mi cuerpo junto al tuyo.
Juntos enfrentamos tu alma herida,
el terrible dolor de tus rodillas.
Ya no caminas, me parte el corazón
saberte inútil como un niño.
Ahora duermes agotado
luego de tres noches insomnes.
Vigilo tu sueño , como una madre,
como tu mujer amada,
Mi niño bueno,
mi niño de palo
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