Yo no sé leer señales en el cielo.
A mi favor, bailo desnuda en la calle cuando cae la llovizna,
humedece las calles y mi cuerpo se mueve solo, cadencioso,
libre como ninguno.
Y cuando llueve, las escasas veces que llueve a raudales en esta ciudad ,
troto ligera, y orgullosa de mi desnudez hacia mis dominios.
El barranco, el malecón , el abismo, el mar rugiendo bajo mis pies.
Es el océano , quien dicta poemas a mis oídos.
Troto de regreso a casa , con el alma henchida ,
a escribir aquello que las olas crearon bajo la lluvia
solo para mi.
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