Afronto la mañana a cara descubierta
y desarmada.
Atrás quedaron el Horror,
asesino de días , y la parálisis de pasos,
que abría un buzón bajo mis pies para comerme
Me suministran en mi propia boca
un kilo de medicinas.
Ese es el motivo de mi bienestar.
No importa si engordé como una vaca,
araño la paz, esa dulzura día por día.
Eso no tiene precio.
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