Son días de llovizna, como los de hoy, cuando me interno en el bosque.
Desnuda y ardiente clamo a mis demonios con gemidos y alaridos entrecortados.
Me toman en brazos y nos internamos en lo profundo.
Allí no existe la humedad sino un fuego constante.
Es el lugar donde nos amamos al fragor de las llamas y el azufre.
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