Desnuda, detecté unas manchas verdes en mi cuerpo.
Las froté vigorosa con una esponja.
No pude borrar esos visos verduzcos, morados,
rastros de tristezas pasadas.
Con una cuchilla , esas de afeitar, y buen pulso
rodeé cada mancha y como un cirujano las retiré.
Guardé las manchas en un saco de arpillera,
Hice un nudo marinero.
A medida que caminaba, el saco en la espalda,
éste se hacía más pesado.
A duras penas llegué al malecón,
Tomé impulso al borde del abismo y lo arrojé al mar,
Grité como una pagana, como una salvaje
feliz de ahogar aquellos rastros de unas penas pasadas,
pero que solo verlas en mi cuerpo , las recordaba.
Sabía que ya en el mar , no volverían más.
Quizás serían otras penas ,
pero éstas ya estan en el fondo del mar,
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