Subí los arenales ardientes, quemé mi garganta solo por besar tus labios resecos de tanto besar, muchacho de cabellera roja.
He nadado por horas, bebí mis lágrimas desolada y eres hoy el fantasma amado , aquél que pinta sonrisas en secreto,
Sé que algún día dorado nos encontraremos. O jamás. No es importante.
Me acompaña el tañido de tu risa, el recuerdo de la alegría, el amor.
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