A mis armeros del oriente mandaré a hacer
dos manoplas . así cuando con el pensamiento quiera acariciar esos cabellitos de oro, que pudieron ser mío, un mazazo caerá sobre mis dedos.
A fuerza de dolor físico abandonaré tu pensar , más algún castigo más severo me recuerde que ganaron tu alma en la meta de la carrera cuando apenas daban el primer clarín.
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