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domingo, 24 de julio de 2016

Cuando la tristeza oprime mis días, guardo en los bolsillos  dos circunferencias tan brillantes e incandescentes que solo pueden ser rabos de sol de aquél inolvidable abril.
A solas, con zapatillas de ballerina  juego a malabares  con mis dos pequeños soles, como en el circo.
Vuelvo a casa con la sonrisa pintada en el rostro y el alma curada. 

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