Entre nosotros no existen las palabras, ni los reclamos , solo los reencuentros ardientes.
Aupada a tu cuerpo de titan, mi cabeza hundida en tu pecho anchuroso , nos besamos, sangramos, desgarramos la piel de nuestros cuerpos con cada caricia. Y volvemos por más.
Cómo extrañaba este placer supremo, el deseo infinito, el vuelo hacia el cielo del deleite.
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