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viernes, 8 de agosto de 2014

Sería tan lindo pasear  con mi yegua sin rumbo ni horarios.
Libres, apeada sobre su grupa , cabalgar hacia bosques , planicies, lagos.
Mojar mi rostro en un arroyo de aguas heladas, un  puquial que baja de las montañas para saciar mi sed.
Bañarme desnuda en algún lago perdido de las rutas de los turistas.
Mi yegua blanca, que de tan blanca es azul, es Maga.
Conoce sitios, lares, bosques vírgenes como aquél de los pinos, tan magnífico como secreto.
Solo la yegua sabe. Ella interpreta el silbido  de las ramas de los árboles.
El maizal ,cuando lo mece el viento y es marea ondulante de amarillos y mostaza.
Yo la miro a los ojos. Sé cuando me invita a cabalgar por lares de ensueño. Sé cuando no desea apartarse de la manada. 

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