No quiero ver tu rostro otra vez.
Es tonto hablar de los hijos, la esposa,
cuando ambos ardíamos de deseo
a mil kilómetros de distancia.
La pasión empalideció.
No quiero ver tu rostro otra vez.
Descubrí mil formas de placer
en lecciones a larga distancia
entre carcajadas.
Se apagó el fuego.
Tus asuntos domésticos no me interesan.
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