Son las tardes solitarias
( incesantes laboriosas)
cuando ni el recuerdo
de mil tormentas de fuego
oscurecen mi cielo.
Escribo febril.
creo imágenes de aves claras
silbando tonadas dulces
y mis pupilas estallan dichosas.
Baila mi cabellera, baila.
El olvido es una ola mansa
que orilla en mis lares.
Por un instante.
Sonrío,
no pienso,
nada recuerdo.
Húmedos mis pies
de tibia agua salada.
Descuida,
no es el salitre de la pena.
Al disfrute de la imaginación
los sentidos renacen.
Requiero urgente una ración doble.
Si, traviesos, sé que se guardan en
los pliegues de mis codos.
Te he visto en las bastas de mis vestidos.
Es tan solo pescar con caña y arpón
los peces multicolores para mi creación.
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