Anda, niña , decide el combate,
creer es importante
aún la claridad no brille,
y sea la nebulosa
la estrella de la aurora.
No aguardes el alba.
La oscuridad es propicia
para desatar tempestades
tus propios aguaceros plomos.
Aquella marea ardiente
sea luz que guíe tus pasos inciertos,
a rescatar secretos, afectos
sepultados por capas antediluvianas
de lava , magma, cerúmen. cera de abeja.
No lo sé.
Recuerdo poco.
Casi nada.
La tormenta arrasó con mi cerebro.
Terror puro , pánico ardiente
instauraste el gobierno demoledor
de las visiones.
los sonidos que no son.
Vamos, niña, a la lucha.
Aún el día no claree,
y la confusión, sí esa maldita
muerda, con dientecillos agudos
ideas, ganas, voluntad.
Algo lograrás.
Ya recordaste tres nombres más.
Los demás llegarán por añadidura.
La Biblia, sus salmos prometen
Me abrazo a ellos,
me doblo en tres,
retiro la piel ,
que envuelve mis huesos.
Guardo mi osamenta en el closet.
Leo salmos de salvación eterna.
Reconozco mis yemas,
recorro los poros de mi piel.
Salvos del desastre,
El fuego respetó lo inservible.
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