De rodillas, sentada, con los brazos levantados hacia el cielo rogué a un dios sordomudo por la quietud mental. Kilos de medicamentos no bastan para aplacar la desesperada voluntad de querer vivir a mi manera, con quien yo quiero. Lo he hecho, lo cumplo y se sucede otro tormento. Así es mi vida.
No existe lugar sobre la tierra para encontrar paz para este cuerpo, este espíritu inconforme y rebelde.
No hay comentarios:
Publicar un comentario