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martes, 16 de junio de 2015

Algunas mañanas amanezco riendo a carcajadas como la loca
que dicen que soy,
vestida por  la enredadera de las flores de campanilla
ebria  de su fragancia, los ojos alucinados
ajena al mundo real y brincando
 por encima de una luna imaginaria.
Mi sonrisa es similar a la sonrisa de todos 
los ebrios de placer de la fragancia ,
aquellos que aspiramos con fruición en cada flor
de nuestros poros del  propio cuerpo hasta llegar a la mata en el mismo jardín.
Yo sé que alguien las sembró para entretener nuestra memoria
del olvido de la verdad. Y mantenernos a raya. 
Hoy no quiero hablar de ello, no tengo ganas,  amanecí muy embriagada de los olores como para detenerme en elucubraciones .
Sé que es nuestra familia para manternos tranquilos ,aqui en esta especie de paraíso , donde no ocurre nada pero vivimos endrogados con las flores y el olvido no duele en el alma. Así no fregamos o nadie se tiene que molestar en visitarnos  y todos vivimos contentos .
Ellos preguntan
indagan
con interés desmedido
en las costras de fuego en mi piel
los largos retiros forzosos 
los tatuajes azules 
adquiridos en viejas camaraderías
de bucaneras
y  salones vieneses
durante  viajes remotos a tierras insulares
donde uno  pierde la razón
y su largo y lento regreso a la lucidez.
No entiendo el interés humano
en asuntos tan pedestres
tan ajenos 
y poco dignos
como son los gritos de guerra
los aullidos demenciales
los chillidos de dolor
cuando se clava 
la espada en el alma misma
o en el nervio más agudo 
sí entiendo
de aroma  sublime a victoria 
de auroras y ocasos
con sus luces distintas  cada día 
maravillosas y sé  sobre fragancias 
sobre ello puedo responder con
autoridad de 
ebria y embriagadora.
día por día 
parte y suerte.
Tus labios trémulos sostienen un cigarrillo
con maestría 
piruetean conversan 
fuman echan  humo 
sonríes
nadie sabe tus razones
o sinrazones para pulverizar
un cigarro tras otro
yo sonrío a tu lado 

Nadie sabe
a nadie le compete
Guardo celosa 
silencio absoluto.
así vivimos bajo la  embriaguez   de la fragancia
de las flores campanillas 
olvidados de nosotros mismos 
por el contínuo goteo perfumado  inmisericorde 
de cada flor blanca destilada ,
 explosión de olores  en noches y auroras
enredada a nuestro cuerpo , 
a nuestro   olfato    confundiendo sueño y realidad
creando  imágenes, laberintos oníricos  aterradores  o alegres,  sea la hora o
el día ,  intentando no perder la noción de realidad , el rastro último  de vuelta a casa , 
emprender el camino sin retorno al olvido distraída por el deleite del perfume
eso no debe ocurrir . 
La  confusión de la fragancia y las medicinas obnubilan mi cerebro por completo , merman con el placer la claridad, la lucidez y temo
perder 
la señal de vuelta a casa,
 aún mi familia o su familia quiera refundirme
entre la enredadera de flores campanillas perfumadas. 





amanecí  
mis huesos, los omóplatos,
las tibias , el peroné
esparcidos sobre las sábanas
 astillados afilados 
tras una cruenta batalla.
Uno a uno recogí las extremidades 
diseminadas , las limé y
eran  tal el filo en sus bordes
que hasta mis manos cortaban
de frío y su cuchilla de navaja 
en cada omóplato.
 hería el alma de mis palmas
Largas horas demoré amansando
los huesos con una fina lima
piernas, brazos dedos manos 
y reponiendo  en su lugar original
como quien arma un cuerpo nuevo.
Ocurre que libro batallas descomunales 
en sueños contra enemigos oscuros 
y mi cuerpo aprendió a tomar forma de arma
y a veces soy embestida sin piedad 
y quedo regada como un montón de huesos inútiles
sobre el lecho 
otras con mayor fortuna sopla el viento a mi favor
y las batallas me son propicias 
mi cuerpo queda intacto
al día siguiente despierto y de un salto 
soy nueva soy fresca  soy brizna de hierba 
soy jazmín alhelí naranjo en flor brisa
derramada  sobre el largo oscuro de  mi cabello
en flor.

lunes, 15 de junio de 2015

nadie sabe ni conoce
el secreto de las fragancias 
 las sonrisas 
de esta parte del mundo 
tan olvidadas tan refundidas
en las memorias de los seres 
de aquellos lejanos parajes
que apenas somos un remoto pálpito
un parpadeo un súbito temblor 
involuntario gesto un suspiro 
una molécula de pensamiento
la espina molesta en mitad del alma 
el doloroso  pago semanal  
el nombre callado maldecido
mil veces mandado olvidar a la memoria

nadie sabe ni conoce 
el secreto de las fragancias 
 las sonrisas 
de esta parte del mundo.
Y si 
sorprendo a mi enemigo
el invierno
con un ataque  frontal
 una cabecita
en pleno centro del estómago
- una ola helada congelará
 mis miembros
y el cerebro por un instante -
como un ángel de las estatuas 
yo ya seré parte del él
y me moveré con él a su ritmo
y en su tiempo
quizás no duela tanto
formar parte de sus moléculas 
sea hasta agradable
el resto será digno de ser contado
en otro poema 
o quizás huya cobarde a los pocos segundos
como quien escapa de una ducha helada
pero nada pierdo atacando 
nada pierdo.