La letanía era un coro de voces,
acompasado desde el alma misma,
dibujado por cada labios hacia el cielo.
Las voces tañian las campanas y éstas repiqueteaban
llamando a fiesta y todo el pueblo era uno aquella tarde
y en adelante.
Nina supo que el momento estaba cerca.
Pronto sería tan solo un chasquido de dedos,
un gesto para dar inicio al cambio.
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