aquella mujer ha posado su busto soberano sobre el relieve de la duna
y pide, como si en ello se le fuera la corona, la sangre , la misma vida, una gaseosa cero.
sé de sus ansiedades, una vez yo clamé como ella por esos aditivos para subsistir en el páramo
eso fue antes de conocer la lluvia de arena, la caricia leve sobre mi rostro,
el roce mis hombros redondos.
las tormentas se suceden ,como ocurre en el desierto .
más he aprendido a descifrar el lenguaje de los vientos y la arena
el cielo, las constelaciones de estrellas.
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