Vistas de página en total

miércoles, 3 de agosto de 2016

El cristal de la urna está empañado.
Allí vive tu recuerdo.
Asfixiado y sucio, 
se extinguirá con el triste paso del tiempo.
Recorrería desnuda  la faz de la tierra solo por abrazar y amar tu cuerpo .
Una vez saciada mis ansias, despellejaría esa hermosa  piel dorada .
Así nunca más serás de nadie.
Yo seguiré mi recorrido por la faz de la tierra como penitencia.
La urna de cristal no tiene oxígeno.
Tu recuerdo morirá asfixiado.
Dentro de unos meses habrá que tirar a la basura,
la urna vacía de recuerdos.
Guardé tu recuerdo en la urna de cristal bajo mi cama.
Ya no lo veo.
Casi te olvidé.

 Abandonamos   la tierra nuestros antepasados, 
a punta de bayonetas , sin tiempo para  besos, ni un rebozo para los niños. Era el fin del mundo .Llovían bombas del cielo y balas de las esquinas.
  Apeados en el primer tren, como animales, perdimos en el camino a nuestros  mayores , a nuestros niños. 
. Y fue el comienzo de un viaje al infierno  .  De caminos a  salto de mata, de carreras entre balas, de cadáveres de amigos a nuestros pies, y otro tren y otro país que nos expulsaba.
Apestados de este siglo , sin hogares y con  dolor en el alma,   me pregunto la razón de esta maldición , las noches , que con suerte puedo mirar tranquilo el cielo.
Dejamos atrás nuestras tierras,  con   un grito raspando en  la garganta ,  un lamento mudo, pues a salto de mata y contra ejércitos  nadie grita,  nadie protesta a viva voz. Pasamos encubiertos, familias desmembradas , colgados de andenes, atravesando mares, desiertos.
Somos los apestados de este siglo, expulsados de todos los países, sin un metro cuadrado para dormir mientras  los perros nos acosan para cazarnos como animales.
Nuestros hijos, nuestros padres ¿ donde quedaron en este tránsito infernal hacia ninguna parte ?
 Viviremos algún día  sin importar credo, raza en una tierra propia y cantaremos un himno de victoria bajo las estrellas . 

martes, 2 de agosto de 2016

Nos  arrojaron de nuestra tierra, del hogar de nuestros antepasados,
de aquello que costó siglos , fuego y vidas defender.
Cada kilómetro lejos , es una herida en el alma,
un lamento que crece en la garganta y muere antes de ser grito.
Somos expatriados, nadie nos escucha, a nadie importamos. 
 Perdimos la  nacionalidad, a nuestros  seres queridos, pero no los sueños.
 Nos expulsan de un país a otro, vagamos de un lugar a otro corridos por los perros y las balas de las metrallas.
Chillidos de rabia , de desesperación  lanzamos al viento
   las noches estrelladas en el campo,
 pues el coraje y la dignidad , ningún gobierno nos los  arrebata.