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lunes, 1 de agosto de 2016

Gritaré, aullaré como un  animal herido ,
levantaré el polvo del desierto,
serás mío.
Arañaré tu espalda con el furor de la hembra 
a quien le arrancaste los labios de un beso de amor.
Ahora que el sol calcina mis pies de muñeca,
 aprendí a vivir sin añorar  tu olor en mi  almohada, 
decidí por fin ser poeta en soledad absoluta,
y a dedicación exclusiva.
Recorrería descalza la faz de la tierra,
desnuda y embebida de polvo, bajo el sol de tus pagos,
solo para enterrar mis uñas en tu espalda,
y arrancar tus labios con un beso de amor.
Nadie sabe, nadie sospecha
Camino y  repito mil veces tu nombre entre buches de agua bendita, y señales de la cruz 
alrededor de la plaza. 
Así hasta el ocaso. 
La promesa es por tu regreso a mis brazos.

Nadie sabe, nadie sospecha.

Con tu  abrazo reconocí al amor por primera vez.
Tardes  de risas interminables, noches de juegos infantiles.
Marchaste con dos flores en los párpados.
y un enjambre de mariposas tras de ti.
Ellas darán cuenta de tus pasos por el mundo.
Rozo con mi dedo el mechón de tus cabellos, cortados mientras dormías.
Sumergida entre las sábanas te huelo con fruición y  prendida a tu perfume  recorro mi casa levitando amores.
Dos mariposas gigantes  siguen el curso incansable de tus pasos por el mundo,
y las flores sobre tus párpados me cuentan de tus sueños en technicolor.