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lunes, 10 de marzo de 2014

Un domingo aciago, recibimos muy temprano la noticia.
Lucho  había muerto mientras dormía.
Poco tiempo pudo mi prima gozar de tanta felicidad.
Los problemas fueron atroces.
Lucho y Ana se habían casado tan solo dos meses antes.
Ni bien ella, regresó a su casa de San Bartolo, que dominaba toda la bahía, aquél bello lugar donde habíamos pasado tardes preciosas, no pudo ingresar. Le habían cambiado la chapa.
La primera familia ,comandada por la mujer , que envidiaba la belleza de Ana y la felicidad que despedían sus ojos, iniciaron unas acciones propias de delincuentes, de gente baja para quitarle todo a mi prima. Ella pudo ingresar pero se dio cuenta que no podía pelear con gente que había conocido la cárcel, como el hijo de Lucho.
Yo presencié la manera brutal que Ana fue despojada de todos los bienes, hasta la casa de Miraflores.
A los días, ella se entera no solo que había perdido todo, pues nada estaba a su nombre. Lucho no tuvo tiempo de cambiar los papeles  sino que había heredado las deudas de los bancos.
Felizmente, ella sacó el carácter que siempre hizo gala y con la cabeza bien levantada entró  a estudiar para conseguir trabajo en la oficina de Inés.
Ha tragado muchas lágrimas, una sábana de lágrimas cada día pero como buena tigresa ha recuperado  la bella sonrisa de ganadora que ilumina su rostro.
La sonrisa de orgullo de quien se levanta , lucha y gana.
Tiene un trabajo que la llena por completo en el ámbito cultural con un proyecto de su autoría.
Ya no recuerda la tierra que tragó , las dobleces ni a aquella gente envidiosa y frustrada.
Ana triunfó otra vez porque se propuso usar el dolor como motor para el cambio.
Yo soy su prima  y me siento muy orgullosa , de su carácter , de su fortaleza de mujer maltratada , corajuda y puesta en pié.

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