Ana tiene grandes ojos de gata.
Tigresa, más bien, pues la lucha por la vida no le resultó nada fácil. Siempre peleó, bien por sacar adelante a sus hijos, por estudiar , por estar feliz, aún los terribles maltratos de su esposo.
Se casó joven y tuvo dos hijos. Nadie sabía lo que sufrió con ese marido mediocre que mi tía , su madre odiaba.
Ella era profesora y trabajó duramente por los sueldos magros de los maestros para mantener la casa. Pagar los estudios de sus dos hijos, la ropa, la comida, todo.
Llegó a ser la directora de primaria, luego de media en un buen colegio , pero con mucha pena contó que su sueldo no le permitiría darle estudios superiores a sus hijos. Era la tristeza que escondía en su alma, así como muchas otras que luego tuvimos que enterarnos.
Las pocas veces que nos encontrábamos reíamos.
Ella era una fiesta . Entre la chispa de sus ojos verdes y la sonrisa brillante, su rostro . intensamente bello y eternamente joven.
Un buen día nos supimos que había dejado a su marido .
Nadie sabía lo que vivía tras la puerta de su casa.
Cobró valor y se refugió donde mi tía , la menor, la tía cariñosa.
Mantenía esa hermosura de espíritu y de rostro que enamoró por 20 años al vecino más próspero de San Bartolo.
Y ya libre, después de 20 años de intentos de él y rechazos de ella, salieron juntos. ´
El era un hombre encantador, no fue difícil que Ana se enamorara de él, compartían la misma alegría por la vida, la pasión por el mar y los amigos. Eran almas gemelas . El ya estaba divorciado y poseía aún una serie de propiedades que Anita pasó a administrar. Qué pareja tan linda, qué alegres y amables. Eran los seres más queridos de todo San Bartolo y hasta el mar saludaba su llegada.
Por fin, Anita pudo gozar de una vida cómoda.
Sus hijos ya eran grandes, uno era campeón de tabla , profesional y el menor daba clases del mismo deporte.
Cuando una tarde, escuché mi nombre desde una camioneta , no supuse que la voz cantarina era la de Ana. Ya ambos vivían juntos, mientras ella tramitaba su divorcio. Y eran los reyes del balneario.
Empezamos a frecuentarlos , a visitar su casa de San Bartolo , conocer a sus amigos. Admirar el precioso paisaje que dominaba todo el mar desde su terraza.
Grande fue mi alegría cuando vi llegar a mi prima manejando un Mercedez Benz . Era el regalo de Lucho a Ana . Solo faltaban los fuegos artificiales para que ese día fuera perfecto. . Lucho era todo un potentado : tenía hoteles ,fábricas y su generosidad era inacabable. El invitaba todo. Nos recibía a lo grande. Era un hombre encantador y por sobretodo amaba a mi prima.
Eran los seres alegres y contagiaban su buen humor, sus risas se escuchaban por toda la playa, y lo más importante: Mi prima Anita, feliz y próspera , sin angustias y engreída por primera vez en su vida.
El la trataba como la reina que era ella.
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