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domingo, 16 de febrero de 2014


Con esta historia no descalifico a las familias de origen andino. Solo, a la de Carlos. No me parecía muy común que una señora bebiera desde las 10 de la mañana , mientras cocinaba, esperaba a su esposo y continuaban con la chupadera. A eso de las 10 de la noche caíamos en su departamento del Porvenir y los encontrábamos en plena fiesta un día de semana.
Yo nunca había experimentado tales situaciones en una familia que se preciaba a voz en cuello de ser  mI Familia. Yo solo pensaba en la tristeza de mi padre si me viera en esas circunstancias.
Eso fue apagando la llama del sentimiento, de lo empático o la admiración hasta terminar asqueada.
Con razón no tenían cocina. Se gastaban el salario del padre, un pobre servidor público en cerveza.
Días de semana y eso iba contra los principios de disciplina aprendidos en casa.

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